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Amigos y compañeros de misión…, en este instante, me detengo a pensar sobre el impacto de la visita de Nuestra Señora de Fourviére, en la familia marista de Ibagué. Me pregunto si realmente renació y aumentó en cada uno de nosotros, el amor por el papel jugado de la peregrina de Fourviére, en la vida de la comunidad de los Hermanos Maristas de la enseñanza. Por tal razón, considero pertinente que recordemos el rol social, religioso y SOLIDARIO, de La Buena Madre en nuestra historia de salvación.

 

Comparto con ustedes, una reflexión que leí hace algún tiempo del Padre Leonardo Almazán.

“Respecto a las condiciones sociales de su tiempo María de Nazaret vivió y trabajó en un ambiente comunitario, rodeada de parientes y amigos. Su casa fue seguramente humilde, sin espacios privados, ruidosa, desordenada, llena de gente platicando, riéndose, discutiendo. Ya fuera en casa de sus padres o en casa de los padres de José, María era una más de las mujeres que se mantenían ocupadas produciendo, procesando y conservando comida; moliendo grano y horneando pan; cociendo, hilando, tejiendo o lavando ropa; enseñando, entrenando y cuidando a los niños.

El colegio Champagnat de Ibagué

DESPIDIÓ A NUESTRA SEÑORA DE FOURVIÉRE

María recibió su formación religiosa en la sinagoga doméstica y aprendió ahí, por medio de la tradición oral y de la memorización, todo lo que debía saber acerca de las bendiciones otorgadas de parte de un Dios que, leal a sus promesas, lleno de bondad, deseoso de perdonar, liberó al pueblo elegido de la esclavitud de Egipto.

 

No debe entonces sorprendernos que, llegado el momento culminante, María de Nazaret, la joven y devota judía, respondiera positivamente a la invitación de Dios a participar en su plan de salvación, gracias precisamente a su fe en el Dios de Israel y a su confianza en la promesa de un Mesías. Y no debemos pasar por alto el hecho de que fue en la sinagoga doméstica de Nazaret, a los pies de María, que Jesús aprendió de memoria sus primeras oraciones y que, observando a María preparar la celebración del Sabbat en compañía de las otras mujeres de la familia, Jesús aprendió a compartir libre y abiertamente con ellas. Quizás fue ahí, en casa, con María y José, que Jesús aprendió lo que aplicaría más tarde durante su ministerio público; es decir, a tratar a las mujeres como iguales y a darles un papel preponderante en su actividad ministerial”.

 

 

Este breve recorrido por la vida de María de Nazaret, que nos hace el Padre Almazán, nos da suficientes pistas para recordar y entender mejor sus atributos como madre y hermana de los pobres, como una mujer de carne y hueso.

 

No permitamos amigos Champagnat, que la visita de “La negrita de Fourviére”, sea una actividad más de las muchas que realizamos en nuestro colegio, sin permitirnos ser invadidos por la magia y ternura de la Buena Madre. Recordemos que acabamos de renovar la promesa hecha por el Padre Marcelino y un grupo de jóvenes sacerdotes 200 años atrás, de dar vida a un sueño solidario que debemos continuar haciendo realidad, todos aquellos que nos consideramos… “MARISTAS DE VERDAD”.

Su amigo… Hoover Arturo

Seguramente, había una pequeña huerta con árboles frutales, viñas, vegetales y hierbas en la que ocupaba gran parte de su día. Posiblemente, ayudaba a José a vender los productos que él hacía en su carpintería doméstica; indudablemente, participaba en las fiestas comunitarias en las que ayudaba a su preparación previa; servía a los comensales durante la celebración, y ayudaba a limpiar y recoger al terminar la fiesta (bodas de Canaán).

 

Su jornada de trabajo, como la de la mayoría de mujeres pobres de su tiempo, sería de más de diez horas al día y requeriría de un buen nivel de experiencia, habilidad y capacidad organizativa. En lo relacionado al aspecto religioso, María era una joven judía, es decir, heredera de las promesas hechas por Dios a su pueblo. La situación de opresión y conquista del pueblo judío durante la vida de María de Nazaret no puede pasar inadvertida. A pesar de las restricciones culticas y culturales, María participó de la vida, oraciones y ritos diarios de su época.

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